Educación

El total de alumnos/as que estudian español en la enseñanza reglada en Suecia ronda los 200.000.

Desde 1994, todos los municipios de Suecia tienen la obligación de ofrecer en la enseñanza secundaria obligatoria dos de estos tres idiomas: alemán, francés y español. Antes de aquel año, nuestra lengua no aparecía en el currículo educativo sueco y, por lo tanto, las cifras de estudiantes eran marginales. Se estima que en 1988 había apenas 2.300 estudiantes de español en la educación obligatoria y algo más de 11.000 en la secundaria superior (Harling, 1988). A finales de los noventa, entre un 5 % y un 10 % de los estudiantes optaban por él.

El crecimiento ha sido constante desde entonces y en el curso 2005-2006 se rompía la histórica hegemonía del alemán y el francés, inalterable desde el siglo XIX, y el español pasaba a convertirse en el idioma más demandado en todos los tramos de la educación reglada no universitaria (Sayehli, Ågren y Granfeldt, 2020). El cambio operado en apenas dos décadas es apabullante: en el último curso 2019-2020, el porcentaje de estudiantes de español superaba el 50 % del total y las cifras absolutas se habían multiplicado exponencialmente en el caso de la educación obligatoria, 221.878 alumnos, y duplicado en la secundaria superior, 24.8971.

Sin embargo, detrás de estas estadísticas, llama la atención la alta tasa de abandono que se produce entre 6.º y 9.º curso de la asignatura optativa de lenguas modernas, un 25 % de media (Hyltenstam y Österberg, 2010), siendo significativamente más acusado en el caso de los estudiantes de español. Algo parecido ocurre con el rendimiento. Se estima que solo el 60 % concluye el 9.º curso con el nivel esperado de A2.1 (Lindqvist y Tholin, 2009). El Marco común europeo de referencia para las lenguas (MCER) fue aprobado en 2001 por el Consejo de Europa, pero no fue traducido al sueco hasta 2009 y aplicado en el país hasta la reforma de 2011 (Erickson y Pakula, 2017).

Tras la citada reforma de 1994, el tiempo dedicado al estudio de lenguas modernas pasó de dos a tres horas semanales para tratar de mejorar el rendimiento de los estudiantes y facilitar el cumplimiento de los objetivos lingüísticos. La medida, sin embargo, no surtió el efecto deseado. De hecho, en 2011 se constataron las sospechas de que algo no marchaba bien cuando los alumnos de español de Suecia presentaron los peores resultados entre todos los países europeos. Solo el 14 % de los encuestados acreditó un nivel real de A2.1 (Comisión Europea, 2012).

Los motivos que estarían detrás de estas ratios de desistimiento y bajo rendimiento serían una falsa expectativa de facilidad de aprendizaje, falta de los recursos necesarios de apoyo, acompañamiento y refuerzo para impartir la materia, uso excesivo de la L1 por parte de profesores y alumnos y de los propios libros de texto, clases superpobladas de alumnos con niveles heterogéneos y un perfil académico de profesorado desigualmente cualificado, entre otros.