Profesores

La privilegiada posición del español en las escuelas de Suecia se ve ensombrecida por la situación de su profesorado. La gran escasez de docentes cualificados y el ejercicio activo de otros sin la capacitación adecuada constituyen hoy la máxima amenaza para el adecuado desarrollo de nuestra lengua en el país. Una situación endémica que parte de los años cincuenta del siglo pasado, que se ha acelerado con el boom de las tres últimas décadas y que parece haberse cronificado.

Aunque se han ido introduciendo medidas de control para evitar la entrada de profesores no titulados en el sistema —desde 2015 ningún profesor sin cualificación puede oficialmente evaluar a un estudiante—, la realidad actual parece requerir ajustes adicionales. En 2018, las tres materias con la ratio más baja de docentes cualificados eran tecnología, sueco como segunda lengua y español. El Consejo Nacional de Escuelas estimaba en 2013 que solo uno de cada cuatro profesores de español poseía la cualificación oficial completa exigida (Rottenberg y Francia, 2016).

Hay varias vías para conseguir la titulación de profesor en Suecia. La principal y más completa es a través del programa Ämneslärarprogrammet, que tiene una duración de entre cuatro y cinco años. La demanda de este tipo de cursos sigue siendo muy baja y aunque la tendencia es creciente, los números son marginales. En otoño de 2020, se cursaron 414 solicitudes para asistir a alguna de las asignaturas de español. En otoño de 2008, la cifra fue de 3146. Existen otros itinerarios, como los llamados ULV, para profesores con título extranjero que precisan homologarlo al sistema sueco y VAL, para profesores que requieren una habilitación en una disciplina para la que no lo están.

Se calcula que cada año se forman en el país una media de 80 profesores de español (Francia, 2017). Una cifra demasiado baja siquiera para cubrir las bajas y jubilaciones que se producen a lo largo de un año académico y a todas luces insuficiente para recortar la escasez sistémica, que se sitúa en más de mil plazas vacantes (Francia y Riis, 2013). La situación es generalizada en todas las lenguas modernas, aunque no tan alarmante como en el caso del español. El sindicato de profesores de Suecia estima que en 80 de los 290 municipios suecos no hay un solo docente cualificado para ninguno de los tres idiomas optativos.